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Unos correctos hábitos alimenticios son imprescindibles dentro de los pilares de una buena salud y para el bienestar general. Conocer esto es de vital importancia todo el año, pero cabe destacarlo con motivo del Día Mundial de la Salud (7 de abril), en el que hay que hacer hincapié en la importancia que tiene la nutrición para llevar una vida sana. Y esto lo refleja la Organización Mundial de la Salud (OMS) con afirmaciones que se extienden a varias etapas de la vida, como que la desnutrición durante el embarazo afecta al feto y contribuye a un embarazo con complicaciones, o que la nutrición es esencial para evitar la anemia en los adolescentes. Aun así, según se indica desde la organización, la carencia de vitaminas y minerales, consecuencia de una incorrecta alimentación, sigue siendo prevalente en todo el mundo.
Para poder hacer frente a estas carencias y comer correctamente, se pueden llevar a cabo ciertos trucos que contribuyen a tener una cesta de la compra completamente saludable. Uno de estos principales recursos es la compra de alimentos frescos y de temporada, que siempre resultan más nutritivos. La comida precocinada contiene más grasas y otras sustancias dañinas para la salud, así como más calorías, que inducen al sobrepeso y la obesidad. Para ello, es interesante planificar cada semana las comidas y las cenas, y, así, sacar partido a los productos que tenemos en la despensa y no comprar más de lo necesario.
En concreto, lo ideal es la apuesta por la dieta mediterránea. En este tipo de alimentación, las frutas y verduras deben constituir la parte más importante de la comida, y deben estar presentes cinco veces al día. También se debe de incluir legumbres, que son una gran fuente de energía, fibra, proteínas vegetales, vitaminas y minerales. Por otra parte, es necesario recalcar la necesidad de consumir más pescado que carne, ya que este contiene grasas más saludables y aporta, en el caso de los pescados azules, antioxidantes como el selenio. Asimismo, intentar cocinar con técnicas saludables (horno, parrilla, vapor, etc.), que evitan el uso de demasiado aceite, con lo que los platos serán menos calóricos y más nutritivos. A pesar de esto, se debe tener en cuenta que el consumo moderado de aceite de oliva virgen extra constituye uno de los estandartes de la dieta mediterránea y del cuidado de la salud. Gracias a su contenido en ácidos grasos saludables, este tipo de aceite ha demostrado reducir el riesgo cardiovascular frente a otras dietas equilibradas, pero pobres en todo tipo de grasas.
Otro de los principales factores que ayuda en nuestra salud es la hidratación. Normalmente no se le da la importancia que realmente tiene y nos cuesta ingerir la cantidad diaria de líquidos recomendada. Al margen de que ciertas enfermedades o medicamentos puedan alterar nuestros líquidos corporales, en la mayoría de la situaciones podemos reequilibrar nuestra hidratación con una ingesta de agua suficiente (2 l mujeres, 2,5 l hombres) y un adecuado consumo de sodio y potasio. No solo es importante tener líquidos suficientes en nuestro organismo, sino que además deben estar adecuadamente repartidos en los distintos compartimentos corporales: el sodio y el potasio influyen de forma significativa en dicho reparto hídrico, de modo que lo ideal es consumir poco sodio y bastante potasio. El sodio nos hace retener líquidos en forma de edema visible en tobillos, piernas y manos, mientras que el potasio nos ayuda regular la hidratación y eliminar el exceso. El sodio se encuentra en la sal, alimentos curados con sal, embutidos, quesos, snacks y platos precocinados, mientras que el potasio es abundante en verduras y frutas frescas.
En definitiva, adquiriendo unos hábitos de vida saludables y haciendo ejercicio físico de forma regular, aunque sólo sea caminar unos 60 minutos diarios (de camino al trabajo, cuando se hace la compra, etc), conseguiremos mejorar notablemente nuestra salud y asegurarnos una adecuada calidad de vida en el futuro.