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A través de esta tecnología se consigue que ingredientes vegetales alcancen un sabor, aspecto y textura muy similares a la carne. Además, los productos alimentarios obtenidos con la tecnología de extrusión tienen un bajo contenido en grasa, son sostenibles y tienen una vida útil más larga.
Los avances en las tecnologías de extrusión permiten a las empresas de alimentación desarrollar nuevos ingredientes que pueden modificar aspectos hedónicos del producto (textura, forma y aroma) al que son incorporados, para adaptarlos a las demandas del mercado.
Para Mariana Valverde, técnico de proyectos del departamento de nuevos productos y procesos de Ainia "la extrusión es un proceso versátil que por un lado, permite el desarrollo de nuevos ingredientes que mejoran las cualidades de los alimentos al actuar sobre aspectos tales como la digestibilidad, la capacidad de retención y/o absorción de agua, la solubilidad, textura y aroma, etc. Y, por otro lado, el procesado mediante extrusión permite la reorientación de la estructura proteica vegetal hacia una forma propia de la proteína animal para el desarrollo de sustitutivos cárnicos”.
Entre los alimentos con apariencia cárnica más comunes se encuentra la soja texturizada. Con aspecto de copos secos y crujientes y con un alto valor proteico, similar al de la carne, la soja texturizada puede emplearse directamente para darle una textura crujiente al plato (toppings) o para, tras ser rehidratada, incorporarla a salsas, guisos o sopas.
Innovación tecnológica para desarrollar fuentes de proteínas
El proceso de extrusión de alimentos es una forma de cocción rápida, continua y homogénea que, a partir de cambios de presión, temperatura y humedad, ofrece una serie de cambios en la forma, textura, estructura y composición del producto. Así, proteínas procedentes de vegetales como la soja, trigo, garbanzo, patata, guisante, cáñamo o de otras fuentes alternativas como insectos y algas o de derivados lácteos como el huevo, sometidas a procesos de extrusión, pueden alcanzar una estructura similar a la de la proteína animal. “De modo que suponen una innovadora materia prima en el desarrollo de nuevas matrices alimentarias ricas en proteínas”, ha añadido Valverde.
Como ejemplo, Ainia está trabajando en el proyecto ProAlt en el que se está evaluando cómo afecta la tecnología de extrusión sobre la digestibilidad y las características de productos derivados de cáñamo y de macroalgas marinas, ricos en proteínas. Del mismo modo, dichas fuentes se plantean como opción para el desarrollo de nuevas estructuras alimentarias, particularmente proteína texturizada (TVP).