Empresas Premium
El centro tecnológico Ainia recomienda seguir una serie de pautas, basadas en las reglas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para garantizar una preparación higiénica que nos ayude a prevenir intoxicaciones alimentarias producidas por gérmenes en la época veraniega.
Entre las principales pautas a seguir se encuentran las siguientes:
Otras consideraciones importantes a tener en cuenta en los meses de calor son:
Es importante observar las condiciones de presentación de los productos si queremos estar seguros de su calidad, higiene y valor nutritivo. Para ellos, debemos elegir los establecimientos donde se compran alimentos, comprobar que el envase del producto esté en perfectas condiciones y desechar aquellos que estén abollados, abombados, oxidados o deteriorados, y mantener un adecuado almacenamiento de los alimentos.
Un correcto almacenamiento de los alimentos es esencial para reducir el riesgo de intoxicaciones alimentarias. El orden a la hora de guardar de alimentos al llegar a casa debe ser, en primer lugar, los congelados; a continuación, los frescos perecederos, y, finalmente, los no perecederos. Los alimentos deben guardarse conforme a su categoría en el lugar que asegure la temperatura más adecuada para cada tipo de producto, siguiendo, si las hay, las instrucciones que figuren en su envase. Como norma general, se deben colocar siempre de manera que el aire circule a su alrededor.
La persona que manipule alimentos debe observar unas estrictas prácticas higiénicas. Los alimentos pueden estar contaminados por microorganismos, por lo que, si se cocinan bien, estos microorganismos pueden ser destruidos por el calor. Un alimento cocinado puede volver a contaminarse por contacto con los alimentos crudos o con objetos que hayan estado en contacto anteriormente con un alimento crudo (cuchillos, tablas, superficies, trapos, etc.). Asimismo, debe tenerse en cuenta que es aconsejable que el proceso de descongelado se haga en el frigorífico durante la noche anterior a la preparación, y que, después de haber sido refrigerado o congelado un producto, debe se cocinado o consumido lo antes posible ya que las demoras importantes originan que las bacterias puedan reproducirse.