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La OCU advierte que el 26% de los encuestados toma suplementos sin la prescripción ni la supervisión de un médico, un farmacéutico o un nutricionista que valore los posibles efectos adversos y contraindicaciones.
El consumo de complementos alimenticios parece estar muy extendido en España. Y aunque la mayoría de quienes los toman consideran que su ingesta debería estar supervisada por un profesional de la salud, abundan quienes lo hacen por iniciativa propia, revela una encuesta realizada a más de mil personas y publicada en la revista OCU Salud de octubre.
En efecto, el 42% de los españoles tomó algún tipo de suplemento en los últimos doce meses. Especialmente productos a base de vitaminas, minerales ácidos grasos o probióticos, pero también productos botánicos y algas, que suman un gasto medio de 114 euros al año. Por lo general adquiridos en tiendas físicas, aunque un 53% de los encuestados también los compraron on line.
La principal razón para consumirlos fue para sentirse más vital, con más energía, pero también con el fin de reforzar el sistema inmunitario (así fue para seis de cada diez encuestados), pese a la falta de evidencia científica. De hecho, el 37% de quienes consumen suplementos reconoce que ha incrementado su ingesta durante el coronavirus.
Pero sin duda el dato más preocupante es que el 26% de los encuestados toma suplementos sin la prescripción ni la supervisión de un médico, un farmacéutico o un nutricionista que valore los posibles efectos adversos y contraindicaciones. Una decisión peligrosa basada a menudo en opiniones equivocadas, como que su ingesta no comporta riesgos, que no hay límites en la cantidad de vitaminas y minerales que pueden tomarse o que cualquiera puede tomarlos, sin importar su edad, su salud o su medicación, tal y como afirman un 29% de los consumidores encuestados.