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El estudio "Paradoxical suboptimal vitamin D levels in a Mediterranean area: a population-based study" concluye que no se analizan suficientemente los niveles de vitamina D de la población —una situación especialmente grave en la población de riesgo— y cuestiona la práctica habitual de no suplementar a la población, a pesar de que los niveles sean bajos.
El estudio, liderado por Diana Díaz Rizzolo, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS), se ha publicado en abierto en la revista Scientific Reports, del grupo Nature.
Díaz Rizzolo, doctora en Biomedicina, explica que "la principal vía de obtención de la vitamina D es la producción propia a través de la exposición al sol. Paradójicamente, en países mediterráneos como España, los niveles de vitamina D de la población son más bajos que en países nórdicos como Finlandia, el Reino Unido, Islandia, Suecia o Irlanda, que llevan a cabo campañas de suplementación de vitamina D en su población mediante la fortificación sistemática de alimentos de consumo habitual. (…) Esto, y otros factores como el uso de protectores solares o el bajo consumo de alimentos ricos en vitamina D en los países mediterráneos, hace que haya unos niveles muy bajos de vitamina D en la población", añade.
Para calcular los niveles de vitamina D, los investigadores se basaron en los parámetros establecidos en las guías de la Sociedad de Endocrinología Clínica, que establecen como óptimo un nivel superior a los 30 ng/ml, como insuficiente un nivel entre 20 y 30 ng/ml, y como deficiente un nivel inferior a 20 ng/ml. El estudio muestra que a menos del 10 % de la población se le habían analizado los niveles de vitamina D y que la mayoría de estas personas eran mujeres de 45 años o más. De hecho, actualmente no se recomienda el análisis de niveles de vitamina D en la población sin síntomas, si no pertenecen a un grupo de riesgo (mayores de 70 años, embarazadas o personas institucionalizadas, con fracturas o con problemas óseos).
De la población analizada, el 80 % de los jóvenes tenían niveles inferiores a los deseables, pero la mayoría no recibían suplementación; en cambio, sí se prescribía vitamina D al grupo de mujeres de más de 45 años. Esto hacía que, paradójicamente, el grupo de más edad tuviera niveles de vitamina D superiores a los de los jóvenes.
Para Díaz Rizzolo, "sería necesario medir de forma sistemática los niveles de vitamina D de toda la población en un periodo determinado para tener una fotografía real de lo que pasa. A partir de aquí, habría que realizar estudios sobre cómo afectan estos niveles al estado de salud de las personas con el objetivo de poder tomar una decisión clara: o bien se suplementa cuando hay deficiencia (estableciendo bien los protocolos según los colectivos o aplicando políticas nutricionales como hacen los países nórdicos) o, si no, hay que dejar de medir innecesariamente en poblaciones que no lo necesitan y de preocupar a la gente sin motivo".
Otra conclusión del estudio es que no se cumplen las normativas ni las recomendaciones en la medición de niveles de vitamina D en los colectivos de riesgo. Y no solo esto, sino que, cuando se les detectan niveles bajos, no se les prescriben suplementos. "Hay que revisar las líneas de cribado y de actuación en estos colectivos, puesto que se ha demostrado ampliamente la utilidad de la vitamina D en la prevención de fracturas y caídas en la población de edad avanzada, así como en algunos problemas durante el embarazo y en el desarrollo de los niños", afirma la experta.