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El pasado 29 de mayo se celebró el Día Mundial de la Salud Digestiva que tiene entre sus objetivos promover la salud digestiva de la población.
"Se estima que casi el 40 % de la población mundial tiene algún trastorno funcional digestivo entre los que incluimos las dispepsias funcionales, el síndrome de intestino irritable, etc.", afirma Pilar Esteban, especialista en Aparato Digestivo del Hospital Morales Meseguer en Murcia.
Los malos hábitos alimenticios, factores biológicos como la edad y otros factores como el estrés o la ansiedad, pueden ser el origen de gases, digestiones pesadas, ardor, acidez, reflujo, pesadez de estómago, indigestión o estreñimiento, entre otros síntomas.
La dieta está relacionada con numerosos problemas de salud y, especialmente, con los digestivos, pero no siempre es la única causa. En este sentido, hoy día, es importante tener en cuenta que las emociones pueden actuar como desencadenantes de estos desequilibrios en la digestión, jugando un papel clave en nuestra salud digestiva.
El intestino y el cerebro están estrechamente relacionados de tal forma que el intercambio de información entre ellos se conoce como el eje cerebro-intestino. Se ha demostrado, que este eje tiene una conexión directa con el desarrollo de enfermedades psicológicas como el estrés, la ansiedad, etc. Cuando hay una alteración en la microbiota intestinal se rompe la simbiosis existente entre cerebro e intestino pudiendo aparecer diferentes patologías: digestivas, metabólicas, mentales, etc.
Además, las emociones nos hacen segregar hormonas, liberadas desde las glándulas endocrinas y las células epiteliales y que afectan a la función de otras células, que relacionan directamente nuestro estado anímico y nuestra digestión. Unos niveles altos de cortisol u hormona del estrés pueden alterar ciertas funciones del organismo como el metabolismo de hidratos de carbono, lípidos y proteínas y provocar que nuestras digestiones sean mucho más pesadas. Su liberación constante y durante un largo periodo de tiempo puede llegar a desarrollar trastornos digestivos.
Un cuidado adecuado del aparato digestivo y su correcto funcionamiento pueden ser piezas claves de nuestro bienestar emocional. Cuidar lo que comemos y cómo lo comemos, así como entender lo que nos sienta bien y mal, es adaptar nuestra dieta al bienestar de cada persona.
"Nuestra alimentación condiciona de manera directa la cantidad y variedad de la microbiota, y el estado de nuestra microbiota va a determinar en parte cómo nos sentimos y el bienestar emocional" declara la Farmacéutica Comunitaria y Nutricionista, Mª José Cachafeiro.
Tener unas medidas higiénico-dietéticas adecuadas es fundamental para el cuidado y la prevención de la salud digestiva. Evitar las comidas copiosas y masticar bien los alimentos, no abusar de las grasas, picantes, alcohol, café y bebidas con gas, no fumar, realizar ejercicio de forma moderada y evitar ropa excesivamente ajustada, entre otras, son algunas de ellas.