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Estados Unidos (2020) y Canadá (2018), así como Países Bajos (2016), Suecia (2015) o Reino Unido (2007), son países que ya han ido incorporando alternativas vegetales a alimentos de origen animal en sus pirámides alimentarias. Precisamente esta es la petición que han elevado diferentes voces expertas en alimentación como Elvira Domingo, Innovation Manager de EIT Food; Vicente Domingo, director del CEMAS, Centro Mundial de la Alimentación Urbana Sostenible; Fabrice deClerck, Science Director de EAT Foundation, o Laura Fernández Celemín, Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC), durante el encuentro “Alimentación S.O.S.tenible”, organizado por el movimiento Alimentando el Cambio, e impulsado por Danone en colaboración con EIT Food.
Una dieta saludable y sostenible como la flexitariana consiste en rebajar el consumo de carnes rojas y aumentar el consumo de alimentos vegetales como, por ejemplo, legumbres o sus derivados. Estos patrones contribuyen a minimizar el sobrepeso y obesidad. Por otra parte, las dietas ricas en alimentos de origen vegetal son sanas y efectivas en todas las etapas de la vida, incluyéndose las etapas de embarazo y lactancia, durante el período infantil, incluso en edades más avanzadas. Además de la reducción de emisiones, una alimentación flexitariana puede reducir la utilización de terreno en casi un tercio y llegar a consumir hasta un 10% menos de recursos hídricos.
Los expertos han coincidido en que una alimentación con menor impacto medioambiental no puede comprometer las necesidades nutricionales de la población. En este sentido, Fabrice DeClerck, director científico de EAT Foundation, apuntó que “la ciencia nos confirma que es necesario hacer un cambio en la forma que nos alimentamos para hacer frente a la crisis de salud pública, el cambio climático, la degradación ambiental y crecientes injusticas de acceso a una alimentación sana. Las dietas flexitarianas con una mayor presencia y riqueza de alimentos vegetales pueden aportar suficiente energía, nutrientes, y proteína, a la vez que reducen la huella ambiental del sistema alimentario”.
Para esta transición, la divulgación científica es clave. Así lo reforzó Laura Fernández, directora General del Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC), “en esta transformación de la forma en que nos alimentamos, el rol del profesional sanitario y de los divulgadores científicos es esencial para informar y formar al ciudadano, haciéndole tomar consciencia del impacto de sus decisiones. Por eso, es fundamental actualizar las guías alimentarias, ya que son una fuente de referencia tanto para los profesionales como para el público en general. Se debería considerar, por ejemplo, incluir alternativas vegetales a las fuentes proteicas de origen animal, haciendo hincapié en su aporte de nutrientes. En el caso de las alternativas vegetales a los lácteos, sería preferible optar por aquellas enriquecidas en vitaminas y minerales, como el calcio y la vitamina D, al igual que ya hacen países como Estados Unidos o Reino Unido”.
Además, tal y como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS) son más fáciles de implementar que aquellos patrones que excluyen totalmente algunas categorías de alimentos, por eso, las dietas flexitarianas son más inclusivas y eficientes.