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La doble limpieza, un ritual que ha trascendido desde las tradiciones de belleza coreana y japonesa, ha ganado popularidad en nuestra sociedad occidental. Pero, ¿qué hace que este método sea tan especial, y por qué deberíamos considerar incorporarlo en nuestra rutina diaria de cuidado de la piel? Vamos a sumergirnos en el mundo de la doble limpieza y descubrir sus secretos.
La doble limpieza, como su nombre indica, implica lavar el rostro dos veces con dos limpiadores diferentes. El primer paso es un limpiador a base de aceite, seguido de un limpiador a base de agua. La razón detrás de esta técnica es simple pero efectiva: el limpiador a base de aceite está diseñado para eliminar impurezas a base de aceite, como maquillaje, protector solar, sebo y contaminación.
Al eliminar estas impurezas primero, el segundo limpiador a base de agua puede penetrar más profundamente en la piel, eliminando suciedad y sudor. El resultado es una piel más limpia y revitalizada, preparada para absorber mejor otros productos de cuidado de la piel.
La elección de los limpiadores depende en gran medida del tipo de piel. Es esencial que evites limpiadores muy agresivos, que pueden eliminar los aceites naturales, o ingredientes potencialmente irritantes. Además, es útil que consideres el nivel de pH de los productos, buscando limpiadores que se acerquen al pH promedio de la piel, que es de alrededor de 5. En cualquier caso, asegúrate de tener dos, uno en base oleosa, como el aclamado Take the Day Off y otro en base acuosa como el All About Clean 2-in-1 Cleansing, ambos de Clinique.
Los limpiadores a base de aceite son excelentes para disolver y eliminar impurezas oleosas. Estos limpiadores se masajean suavemente sobre la piel en movimientos circulares durante aproximadamente un minuto, prestando atención a áreas como los ojos y la línea del cabello.
Al enjuagar, es recomendable que uses agua tibia y, en el caso de limpiadores que contienen emulsionantes, se formará una sustancia lechosa que facilita la eliminación del producto. Una vez que se ha completado esta primera limpieza, la piel está lista para el segundo paso: el limpiador a base de agua. Con la piel aún húmeda, aplica el limpiador acuoso de la misma manera que el anterior, enjuagando con agua tibia al final.
La doble limpieza tiene sus raíces en las tradiciones de belleza de Japón y Corea. Se dice que las geishas japonesas utilizaban aceites limpiadores seguidos de un limpiador espumoso para eliminar su característico maquillaje blanco. Esta técnica también se popularizó como parte del régimen de cuidado de la piel de diez pasos de Corea, que ha sido adoptado por culturas occidentales en años recientes.
Esta limpieza en dos pasos ofrece una forma efectiva de asegurar que la piel esté completamente limpia, libre de impurezas y preparada para los siguientes pasos en una rutina de cuidado de la piel. Aunque puede parecer un paso adicional, los beneficios a largo plazo, como una piel más brillante y menos brotes, pueden hacer que valga la pena el esfuerzo adicional.