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La revista Consumer informa de que son infinitos los estudios que vinculan una dieta rica en fruta y verdura (antioxidantes), junto con el ejercicio y la vida sana, con el bienestar emocional.
En concreto, son beneficiosos los fitonutrientes como la quercetina (cebolla, manzanas, uvas, frutos del bosque, brócoli, cítricos, té verde, café y alcaparras), luteína (achicoria roja, alcachofas, espinacas, brócoli, colinabo y limón) y, en general, alimentos como las uvas, limones, pimientos, cilantro, clavo, orégano, canela, nuez moscada.
Otros nutrientes muy importantes son los prebióticos y los probióticos. Los prebióticos son el alimento de las bacterias beneficiosas en nuestro intestino y los probióticos son microorganismos vivos, sobre todo bacterias y levaduras. Es importante que nuestra dieta sea prebiótica, rica en vegetales, para poder mantener las poblaciones de bacterias beneficiosas.
Los profesionales de la salud mental se resisten de momento a incorporar una dieta específica a sus tratamientos. Otros profesionales, sin embargo, opinan que el hecho de poder controlar cómo comemos dota en cierta medida a las personas que sufren problemas mentales de herramientas para poder cuidar a diario su salud.
Para Alma Palau, miembro del Consejo General de Dietistas-Nutricionistas, “capacitar a las personas para que adopten patrones de alimentación saludable y estilos de vida activos es positivo para la salud física y mental”. Para un buen bienestar emocional, recomienda seguir un menú basado en la dieta mediterránea y cumpliendo tres reglas: “Un menú rico en alimentos vegetales frescos y poco procesados. Frutas, hortalizas, legumbres, frutos secos, aceite de oliva y cereales integrales, que sea moderado en productos de origen animal, como pescados, huevos, carnes blancas y lácteos. Y limitado en carnes rojas y procesadas y en alimentos superfluos como bollería, comida rápida o bebidas azucaradas, entre otros”.