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Los ácidos grasos omega-3 son componentes estructurales de las membranas de las células cerebrales, de ahí que sean esenciales para respaldar la salud y el funcionamiento óptimo del cerebro.
Siempre se ha dicho que el pescado "es el alimento del cerebro", especialmente pescado azul como el arenque, la caballa y el salmón, que tienen el mayor contenido de ácidos grasos omega-3. Este grupo extremadamente importante de ácidos grasos tiene una gran cantidad de efectos beneficiosos para el cerebro humano, que comienzan en el embrión en desarrollo y continúan durante toda la vida. Muchos estudios han relacionado el omega-3 con la salud y el funcionamiento del cerebro humano.
En lo que se considera el mayor de su tipo, los científicos realizaron un estudio con 260.000 personas del Biobanco del Reino Unido, un registro de datos completo con información de salud de más de medio millón de personas que viven en el Reino Unido. En este estudio, los científicos analizaron los niveles de omega-3 en hombres y mujeres de mediana edad y mayores y descubrieron que había un menor riesgo de demencia y enfermedad de Alzheimer en todos los grupos de edad. Sin embargo, la asociación más fuerte se encontró en hombres y personas de 60 años o más.
Otro estudio publicado en la revista Neurology demostró que tener un mayor contenido de omega- 3 en los glóbulos rojos (el llamado índice de omega-3) está relacionado con una mejor salud cerebral y una estructura cerebral más saludable. Lo que los científicos observaron en este estudio de 2.183 participantes sin demencia ni accidentes cerebrovasculares de entre 40 y 50 años fue que un índice más alto de omega-3 se asociaba con un mayor volumen del hipocampo.
El hipocampo es una parte del cerebro que desempeña un papel importante en el aprendizaje y la memoria. Además, consumir más omega-3 se relacionó con un mejor razonamiento abstracto o la capacidad de comprender conceptos complejos mediante la aplicación del pensamiento lógico.
Incluso en personas con problemas cognitivos, el omega-3 desempeña un papel importante en la regulación del funcionamiento del cerebro. Un estudio de 60 niños españoles que padecían TDAH demostró que la ingesta diaria de EPA y DHA, los dos principales ácidos grasos omega-3, durante ocho semanas tenía un efecto positivo sobre el comportamiento impulsivo.
Se encontraron resultados similares en un estudio de 136 reclusos adultos de un centro correccional en Nueva Gales del Sur, Australia. Aquí, los investigadores encontraron que los reclusos con un índice de omega-3 más bajo tendían a mostrar un comportamiento más agresivo y eran más propensos al trastorno por déficit de atención (TDAH).
Teniendo en cuenta que los ácidos grasos omega-3 son componentes estructurales de todas las
membranas de las células cerebrales, no sorprende que tengan un impacto tan profundo en la salud y la función cerebral. Las investigaciones muestran que el omega-3 promueve la cognición, la preservación neuronal y la protección contra la neurodegeneración. La neurotransmisión, que es el intercambio de información entre neuronas, está influenciada por dos mecanismos. Uno está cambiando la fluidez de la membrana. El otro es aumentar la liberación de neurotransmisores. Los ácidos grasos omega-3 participan en ambos mecanismos.
Existe una amplia evidencia que muestra cuán importantes son los ácidos grasos omega-3 para el cerebro humano. Desafortunadamente, un porcentaje significativo de la población española no obtiene la cantidad suficiente de estos importantes ácidos grasos. Según el gran estudio poblacional ANIBES que recopila información sobre las personas en España y sus dietas, la ingesta de nutrientes y el nivel de actividad física, un asombroso 65 por ciento de las personas no obtienen suficiente omega-3 de su dieta. Esto se puede corregir comiendo pescado con más frecuencia. Sin embargo, hay personas a las que no les gusta precisamente disfrutar de su sabor. En ese caso, la complementación es una alternativa útil y conveniente.
Existen en el mercado preparados de aceite de pescado que contienen ácidos grasos omega-3
como ácidos grasos libres, lo que proporciona una mejor y más rápida absorción en el sistema digestivo. Normalmente, la digestión primero debe convertir los ácidos grasos omega-3 de sus triglicéridos en ácidos grasos libres antes de poder utilizarlos en las numerosas funciones biológicas. Esto requiere una enzima digestiva llamada lipasa. Algunas personas tienen una actividad enzimática reducida, lo que significa que su conversión de ácidos grasos es menos efectiva. La ingesta de aceite de pescado como ácidos grasos libres permite una mejor utilización de los ácidos grasos omega-3 de las cápsulas y, por tanto, es una ventaja.
Fuentes:
1) Plasma Omega-3 Fatty Acids and Risk for Incident Dementia in the UK Biobank Study: A Closer Look
Nutrients 2023, 15(23), 4896
2) Red blood cell omega-3 fatty acid levels and markers of accelerated brain aging Neurology. 2012 Feb 28; 78(9): 658–664.
3) Impulsiveness in children with attention-deficit/hyperactivity disorder after an 8-week intervention with the Mediterranean diet and/or omega-3 fatty acids: A randomised clinical trial Neurología, Volume 37, Issue 7, September 2022, Pages 513-523
4) Baseline Omega-3 Index Correlates with Aggressive and Attention Deficit Disorder Behaviours in Adult Prisoners PLoS One. 2015; 10(3): e0120220.