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Muchas personas en algún momento de su vida han tenido que usar una fragancia con aroma a frutas, flores o plantas, ya sea en forma de jabón o cualquier otra versión, pero una de las más populares del momento son los aceites esenciales.
Los aceites esenciales están fabricados con ingredientes naturales que les conceden sus propiedades aromáticas, algunos los usan para hidratar la piel y cuidar de su salud. Además, ofrecen tantos beneficios que es muy poco probable que una vez que alguien los utiliza por primera vez, ya no continúe con ellos.
A continuación, conoce todo lo que tienes que saber sobre los aceites esenciales y cómo se deben usar.
Un aceite esencial está fabricado con sustancias aromáticas provenientes de la corteza de raíces, flores, tallos, hojas y otros lugares de las plantas. De este modo, posee propiedades aromáticas que tienen un papel clave para que la planta sobreviva en su entorno.
El hecho de que los componentes aromáticos de los aceites esenciales sean volátiles quiere decir que tiene moléculas pequeñas que cambian de fase líquida a gaseosa en poco tiempo. En otras palabras, la temperatura ambiente es suficiente para que se convierta en gas y libere un aroma agradable para el usuario.
Los aceites esenciales están fabricados con una fórmula única que le conceden sus propiedades químicas, por lo que no serán los mismos, todo depende de la planta con la que ha sido preparado.
La calidad variará al modificar un ingrediente simple como el fertilizante que fue usado durante la fase de crecimiento de la planta. Igualmente, la fase de cosecha y la sección que se recolecta influirá en la potencia del producto final. Si se agregan las condiciones climáticas, el espacio geográfico y los patrones climáticos en donde se cultivan, la complejidad de la producción se vuelve más elevada.
Son muchas las ventajas que ofrecen los aceites esenciales, entre ellas destacan:
El tiempo de aplicación va a variar en función de la forma en que se hace:
La sensibilidad de la piel varía de una persona a otra, por lo que es recomendable usar un parche de prueba para comprobar cuál es la reacción ante el nuevo aceite esencial. La frecuencia de uso dependerá del cuerpo, por lo que es importante escucharlo, si hay dudas, lo más adecuado es acudir a un profesional.
Lo primero que las personas deben conocer es que los aceites esenciales tienen una concentración muy alta como para ser usados sin una previa dilución. El solvente más usado son las cremas, agua y otros aceites de origen vegetal para lograr que la composición sea de al menos un 1 % a 5 % del producto clave.
Se debe mezclar correctamente, ya que mientras mayor sea la concentración del producto, más posibilidades hay de tener una reacción desfavorable producto de la sensibilidad de la piel.
Por ejemplo, un aceite hecho a base de almendras dulces, aguacate, coco, argán o jojoba, a pesar de ser muy populares, al diluirlos y preparar una disolución, su contacto en la piel será menos agresivo.
Otra forma de usarlos es mediante un gel de baño, además de que, como permite que los vapores se difuminen con facilidad, el uso de un aceite portador hace más fácil que se conserven las propiedades del producto.
Un aceite esencial tiene una potencia elevada, razón por la cual no es consumido directamente, a pesar de su aroma. En el caso de tener un producto a base de menta, la seguridad en la piel será más elevada si se diluye previamente para que no sea irritante.
Otros casos son el aceite de canela o limón, los cuales pueden generar una reacción, se usan directamente sobre la piel, sobre todo en áreas como el rostro o regiones íntimas. Igualmente, si es empleado por niños pequeños o personas de la tercera edad, lo mejor es preparar una dilución. Tampoco es recomendable usarlos en bebés, al menos que sea una indicación de un médico.