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La bioimpresión celular 3D es una tecnología de vanguardia para crear tejidos vivos como vasos sanguíneos, huesos, cartílagos o piel. Su avance, facilitando e incrementando la vialidad celular tras su paso por los inyectores, entre otros factores, ha permitido que desde el año 2000 se haya intensificado las investigaciones sobre su aplicabilidad.
Gracias a la capacidad de lograr la manipulación espacio-temporal de varias células, la bioimpresión se ha convertido en uno de los sistemas que mejor recrea el microambiente celular de los tejidos, y con ello, el comportamiento celular a escala de laboratorio, apunta la especialista en estudios con modelos celulares de AINIA, la Dra. Lidia Tomás.
Uno de los principales retos de futuro de la bioimpresión 3D es la creación de órganos para transplantes, aunque fue su objetivo inicial la reproducción, una estructura celular tan compleja es una tarea ardua. Aún así, se va haciendo logros. En este sentido, hay que mencionar que ya se habla de la bioimpresión 4D en la que las células utilizadas para la creación de los tejidos son células de donantes. De ahí que se augura que esta tecnología va a ser clave para la biomedicina personalizada.
La aplicación de la bioimpresión 3D se ha extendido a distintos ámbitos más allá de la medicina regenerativa para la reconstrucción de tejidos (por ejemplo, córneas, huesos o cartílagos). Uno de ellos es el alimentario, bien para el desarrollo de ingredientes y productos con efecto funcional, ya que esta tecnología permite crear modelos in vitro más precisos de aquellas funciones fisiológicas de interés, así como para la fabricación de carne in vitro, una de las alternativas tecnológicas más relevantes para el abastecimiento sostenible de proteínas. La bioimpresión 3D permite crear los andamiajes sobre los que se deposita la células de tejido muscular para su posterior cultivo en biorreactor, apunta Lidia Tomás.
La bioimpresión celular 3D se basa en la tecnología de fabricación aditiva de la impresión 3D, generando estructuras celulares tridimensionales mediante la adición capa a capa de un material sin la necesidad de molde.
El material que se adiciona capa a capa es la denominada “biotinta”, un material fruido que se carga en los inyectores de la bioimpresora y que permite mimetizar la arquitectura del tejido celular de interés. Para la experta de AINIA, los principales componentes son: las células vivas representativas del tejido a imprimir, bien de un tipo celular o varios; los biomateriales para la generación de la estructuras o andamiajes (los denominados “scaffolds”), entre otros colágeno, gelatina ó hidrogeles a base de ácido hialurónico o polietilenglicol, componentes para el mantenimiento célula, así como otros compuestos ó moléculas que permita la solidificación ó con capacidad de reticular (“crosslinkers”).
Dado que es complicado que un único material reúna todas las propiedades para la obtener las características necesarias (propiedades reológicas y mecánicas, capacidad de impresión y biocompatibilidad celular), una de las tendencias es hacer uso de biotintas multicomponentes, de modo los materiales suelen ser combinaciones de varios materiales para lograr las propiedades mecánicas deseadas así como facilitar la capacidad de impresión, apunta Lidia Tomás.
Para Lidia Tomás, la creación de la estructuras celulares 3D mediante bioimpresión puede dividirse en 4 grandes etapas: el diseño de la estructura (selección de las células, los materiales para la generación de la biotinta); el proceso de bioimpresión; la post-bioimpresión cultivo de la estructura celular (funcionalizarlo, y/o crecimiento soporte placa, biorreactor...), y, por último, la evaluación de la estructura (comprobar la viabilidad, estructura, y funcionalidad).
El proceso de bioimpresión celular per se, es decir la forma que se crean las estructuras por el depósito de la biotinta en el soporte, se puede clasificar, según la experta de AINIA, en 3 tipos de tecnologías en las
que se basan las diferentes bioimpresoras disponibles en el mercado. En primer lugar, la bioimpresión basada en extrusión, de modo que la biotinta se extruye por los inyectores formando un filamento continuo. Em segundo lugar, la bioimpresión de inyección en gotas, en la que la biotinta se coloca mediante un “goteo discreto” que se van apilando para crear la estructura. Por último, la bioimpresión mediante fotopolimerización, se basa en la sensibilidad a la luz de algunos polímeros para la solidificación de éstos a través de la luz
Por último, en opinión de Lidia Tomás, la bioimpresión celular, una tecnología de ingería tisular revolucionaria, está permitiendo que lo “in vitro” esté más próximo a lo “in vivo”.
Ainia es un centro tecnológico constituido en 1987 como asociación privada sin fines lucrativos. Con 30 años de experiencia, trabaja para impulsar la competitividad de las empresas a través de la innovación. Es uno de los centros tecnológicos europeos con mayor base social empresarial, con más de 700 empresas asociadas y más de 1.500 clientes. Su sede central está en València (España).